domingo, 28 de febrero de 2016
CAPITULO 47
Camino al departamento de policía recibió una alerta, un código 10-40 en el que le pedían que cambiara de frecuencia. Tras ese código llegó un 10-0 y un 10-80.
—Atención, nos encontramos en las ruinas de Yonkers Power Station. Un muerto en la escena con un disparo en la cabeza. Detective Alfonso, se requiere su presencia, código 10-20, por favor.
—Código 10-4. Estoy en camino a pocos minutos del lugar.
—Código 10-4, detective, comprendido.
—Pedro, ¿dónde estás?
Recibió una llamada de su compañera casi de forma inmediata.
—En camino acudiendo a la alerta, en diez minutos estoy ahí. Eva, ¿también te han convocado?
—Sí, estoy a punto de llegar.
Gonzales y Alfonso llegaron casi a la vez al lugar de los hechos y caminaron hacia la zona precintada, un área de más de cincuenta metros donde gran parte del personal de investigación ya estaba trabajando.
El fiscal había llegado pero estaban aguardándolos a ellos, ya que unos compañeros detectives habían reconocido a la víctima como un delincuente al que ellos habían apresado semanas atrás y al que por falta de pruebas habían tenido que dejar en libertad. Respondiendo a los códigos, esa investigación les pertenecía.
—¡Puta mierda! —gritó Alfonso a su compañera al divisar el cuerpo del fallecido mientras iba poniéndose los guantes de látex: había reconocido a las claras a Leonard LeBron—. Es evidente que alguien no quiere que queden cabos sueltos —dijo fastidiado a Eva, sin que nadie más lo oyese— y es más que obvio que con éste y con Simon Shawn nos estábamos acercando demasiado al topo. Es triste saber que hay un topo entre nosotros, además, a esto ya no se le puede aplicar el Código azul del silencio. *
Cuando estuvieron lo suficientemente cerca se saludaron con el fiscal a cargo y con los peritos, y comenzaron de inmediato a impartir órdenes para dirigir la investigación.
—Se infiere a priori que estamos en la escena del crimen, lo que se puede presuponer por la cantidad de sangre hallada en el lugar —acotó Pedro y corroboró uno de los expertos.
El detective García se había acercado a él y tras saludarlo le pasó la información recabada a su llegada. Hora y fecha exacta de la comunicación del hecho y datos de los comunicantes, a quienes señaló además con la mano, se trataba de dos vagabundos. También le indicó el tiempo exacto de la llegada del personal policial al lugar y los acompañó a la escena utilizando la misma ruta segura que él había seguido y anotado hacía unos momentos.
—He llegado hasta aquí porque en cuanto lo he reconocido os he convocado. Así que os lo dejo, todo vuestro . Au revoir! —se despidió en francés y se retiró.
—Comencemos con el rastrillaje del lugar, a ver si encontramos casquillos o incluso el arma — ordenó Eva a un grupo de agentes que maniobraban linternas en mano.
—Delimiten bien todas las vías de entrada y salida y requisen los alrededores —añadió Alfonso.
Un agente se acercó a Pedro, que estaba de pie mirando y estudiando el panorama en la central eléctrica del Yonkers de Nueva York y del río Hudson. Eva estaba inclinada sobre el cuerpo, hurgando en los bolsillos del cadáver, pero la documentación ya había sido retirada por García.
Se peinó toda la zona, se tomaron muestras y huellas. Tras recabar todas las pruebas trasladaron a los vagabundos a la comisaría de policía para tomarles declaración, de la cual no se obtuvo nada significativo.
El dato más relevante fue que tres días atrás el cuerpo no estaba; ellos no siempre dormían allí, pero el viernes sí lo habían hecho y aseguraban rotundamente que no estaba.
Como se trataba de un lugar abandonado, tampoco se obtuvo ningún testimonio que pudiera arrojar un poco de luz al asunto. Restaba esperar el informe de balística y de la autopsia para ver qué podían aportar. También quedaba recabar testimonio de su círculo íntimo y familiar, para determinar cuándo había sido la última vez que se lo vio con vida. Teniendo en cuenta el historial de la víctima, sabían que no sería fácil encontrar colaboración en su entorno, ya que seguramente tampoco andaban en cosas legales y escatimarían información incluso aunque pudiera servir para esclarecer el asesinato de uno de los suyos.
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