miércoles, 2 de marzo de 2016
CAPITULO 60
Era de madrugada, y Paula daba vueltas de un lado al otro en la cama sin poder conciliar el sueño.
Había sido un día muy intenso, y aunque hacía dos días que no pegaba un ojo, las preocupaciones y los problemas no disminuían, no le daban paz. De pronto su móvil vibró bajo su almohada.
—Hola... ¿estás bien?
Aunque no hubiera mirado la pantalla antes de atender, habría reconocido su voz de inmediato.
No le contestó.
—Sé que estás ahí, porque oigo tu respiración. Siento muchísimo cómo han terminado las cosas. — Pedro seguía hablándole pero ella permanecía muda, se hizo otro silencio en la línea—. Sólo he llamado para tranquilizarte, y que sepas que ya me estoy ocupando de todo.
—No hacía falta que llamases, ya dijiste que lo harías.
—Quiero que me avises en cuanto él regrese. Adiós.
Alfonso cortó la comunicación, sintiéndose muy contrariado por no poder refrenar su instinto. Se dijo que Paula tenía razón, esa llamada carecía de sentido, y se amonestó por haberla hecho.
Se dirigió a servirse otro café y regresó a su mesa de trabajo, donde estaba recabando toda la información posible acerca de Manuel Wheels y de Mario Aristizabal Montoya.
Ahondó en los registros financieros del senador. Había decidido comenzar por él para dar con la forma de relacionarlo con el narcotráfico. No le fue muy difícil encontrar un incremento de su patrimonio, que distaba mucho del declarado hacía dos años. Buscaba en su cabeza la fórmula mágica de cómo lo había conseguido, y en ese instante vino a su mente lo que éste había comentado acerca del perímetro de seguridad para una empresa de construcción. Recordó que le había dicho que era para un amigo, aunque era probable que no quisiera revelar en ese momento sus otras actividades. Su instinto le dijo que debía buscar por ese lado; finalmente encontró una empresa con sede en Miami en la que el senador figuraba como uno de los socios mayoritarios con el noventa por ciento de las acciones.
Anotó el nombre de la empresa, SADOX. Buscaría páginas de informes bancarios, relaciones de pago, cartas, transacciones, agendas y lista de bienes de la empresa.
Siguió indagando y consiguió relacionar a Wheels con otras cuatro empresas constructoras.
Sonrió con sorna.
—El hijo de puta está blanqueando dinero.
Se adentró en la campaña política y en los fondos declarados para la misma. Muchos provenían de personalidades muy conocidas, pero nada relevante en las sumas de dinero, hasta que, finalmente, encontró una donación de 500.000 dólares de una empresa constructora con sede en Nueva York.
Según lo declarado, la donación había sido de un amigo suyo.
—Hijo de su madre, se autodonó y utilizó un testaferro.
Necesitaba investigar también las propiedades que Wheels poseía y si se le había ocurrido poner alguna a nombre de Paula. Tembló sólo de pensarlo; inconscientemente se encontró rogando que no la hubiera involucrado directamente en nada.
Tras otra hora más buscando una aguja en un pajar se apretó los ojos. Tenía la cabeza congestionada, estiró los músculos y se exigió seguir, pero estaba exánime, el cansancio comenzaba a pesarle. Decidió guardar toda la información recabada en un archivo encriptado e hizo una copia en un disco externo que colocó en una caja fuerte disimulada en un falso acabado de una de las paredes del gimnasio. Luego se exigió tranquilizarse, sabía que no sería una investigación fácil, pero tan pronto como se apremió supo que no sería posible, ya que el tiempo no era su aliado y lo único que él quería era sacar a Paula cuanto antes de allí.
Encontrar información de Montoya era lo que menos le preocupaba; era pan comido, ya que se trataba de un delincuente muy conocido y buscado. El problema sería vincularlo con Wheels.
Se quitó la ropa y se metió en la cama. Aunque estaba muerto de cansancio, Morfeo parecía haberlo abandonado, y seguía haciendo anotaciones mentales de cosas que quería verificar.
Se dio cuenta de que sus pensamientos no tenían sosiego, y así llevaba varios días. Finalmente, cuando el sueño pareció vencerlo, consideró muy bueno que Wheels no supiese que él era detective.
«Por fortuna, Agustin en la fiesta no lo mencionó, aunque su padre lo sabe», se dijo amargamente antes de dormirse.
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